Ocho años le ha llevado a un francés poder cobrar el que se considera el segundo premio más valioso en la historia de la lotería francesa. El motivo no es otro que un descuido, como pueda suceder a cualquier persona, pero que le ha dado quebraderos de cabeza por mucho tiempo y le ha puesto en la necesidad de resolver la cuestión acudiendo a la justicia.

El residente de Calvados, en el momento que fue consciente de que su boleto había sido premiado, se dispuso a ir a reclamar el premio, pero lamentablemente extravió el boleto, que fue encontrado por una mujer. Ésta se negó a devolvérselo y quiso cobrar el premio íntegro.

En ningún momento negó que se lo hubiese encontrado, y que él fue quien había comprado en una administración de lotería de Europa su participación de EuroMillones, que estaba premiada en 181 millones de dólares. Sin embargo, alegaba que ahora ella era la propietaria. Por supuesto él tampoco cedería la propiedad a esta mujer, y decidieron llevar la situación a la Corte Administrativa de Apelación de París. Sin embargo, era un caso sin precedentes y en el que ambas partes tenían algo de razón.

El descuido del original propietario del boleto, quien curiosamente ha conseguido mantenerse durante ocho años en el anonimato, terminó por costarle casi catorce millones de dólares, que es la cuantía que ha conseguido quedarse la mujer que encontró el boleto, concretamente el 7,5% del valor total del premio. A simple vista, obtener menos del 10% parece una compensación irrisoria, pero no olvidemos que el desembolso inicial lo hizo el hombre y que ella tuvo la suerte de encontrarlo y, sin más que una larguísima espera, también se ha vuelto millonaria. Debemos también tener en cuenta los costos que habrá supuesto para ambas partes todo el procedimiento legal, si bien tanto uno como otro tendrían absoluta confianza en que dichos gastos quedarían cubiertos una vez resuelto el litigio.

Las administraciones de lotería recomiendan encarecidamente a los poseedores de boletos premiados que, en cuanto se sepan ganadores, firmen el reverso del boleto y llamen a la administración para notificar que irán y cuándo, para garantizarse que ningún ladrón irá en su lugar a reclamar el premio. De cualquier manera, y aunque este caso con protagonistas franceses es bastante insólito, el cobro de boletos premiados se topa muchas veces con conflictos entre personas. Por ejemplo, un boleto comprado a medias se cobra en una sola cuenta bancaria a nombre de uno de los dos (quien habla de dos, habla por ejemplo de diez compañeros de trabajo que jugaron una misma lotería en Navidad). Hay, por tanto, que apelar a la buena voluntad de aquel que recibe en su cuenta bancaria el importe.

Otro caso bastante común es la de ex-cónyuges reclamando su parte del premio, en casos en los que uno de los dos pasa pensión al otro, y en casos de bienes comunes en el momento en que se celebró el enlace matrimonial. Es por este motivo que muchos ganadores de lotería prefieren mantener el anonimato temiendo que otras personas traten de lucrarse con su golpe de suerte.

Es importante conservar el recibo de la compra del boleto siempre que sea posible, y si se compra una lotería importante entre varias personas, hacer un escrito que certifique de cara a un posible premio que repartir. Por supuesto, también hay que darle al boleto en sí el valor que merece. Es cierto que las probabilidades de que sea la combinación ganadora son muy remotas, pero a fin de cuenta si se compra el boleto es porque se tiene esperanza de que resulte premiado, por lo que deberemos considerarlo un documento oficial e indispensable hasta saber que no ha sido premiado de ninguna manera.

Fuente: gremialesdelsur.com.ar