03.02.2013 | Nacionales | CONFEDERACIÓN GENERAL DEL TRABAJO
Año Nuevo… Problemas Viejos
“En el momento en que la voz del Movimiento Obrero deja de ser considerada, lo nacional y popular deja de ser tal y queda trunco”, expresa el comunicado de la CGT que lidera Hugo Moyano.
El gobierno, en la práctica y más allá de su retórica, se ha encapsulado en medio del “barullo” mediático, limitando su gestión a un ejercicio estéril del poder. No modifica las causas de los problemas y, frente a su evidencia, primero niega su existencia; y cuando la concede niega su importancia y la única repuesta son ataques infundados al líder de la CGT.
La realidad inocultable de la inflación ha vuelto a cobrar importancia en la vida cotidiana, golpea a todos y lo hace con mayor dureza entre los más pobres. Los sectores populares sufren el aumento de precios que se traduce en la incapacidad de llegar a fin de mes con los salarios cobrados. Resultan ridículas las acusaciones que intentan mostrar que la agenda de todo el Movimiento Obrero Organizado es solo sectorial y no tiene incidencia directa en la acumulación de la renta y la productividad que han tenido las grandes empresas en el 2012. Nuestra responsabilidad es luchar para garantizar que los salarios no sigan siendo erosionados. La del gobierno reconocer el problema inflacionario y ocuparse de resolverlo con el concurso de toda la sociedad. La CGT siempre estará dispuesta a esa lucha que no debe afectar los salarios reales y el empleo, porque la lucha contra la inflación para el campo popular ha sido por más y mejor trabajo. La combinación de la inflación y el estancamiento de la economía que arrastra casi un año se pone en evidencia en la disminución del nivel de la actividad industrial, que hasta el INDEC reconoce. Más inflación y menos empleo es una combinación peligrosa, pero no es resultado ni de la naturaleza ni de las condiciones internacionales, sino de la ausencia de una sólida gestión económica. En esta Argentina del “relato”, advertir sobre estas cuestiones parece inapropiado en un año electoral. El ciudadano de a pie no puede luchar solo contra el aumento de precios gastando zapatos, hace falta una estrategia. En este sentido es que no hay convivencia democrática sino se escuchan las críticas y propuestas con espíritu abierto. En nada ayuda que la respuesta ante cualquier planteo sea la próxima elección, como si el único ámbito institucional de la democracia sea el momento del voto. Es una falta de respeto a quienes sufren los problemas. Hay que desechar la arrogancia de esa lógica, hay que prestar atención a quienes reclamamos por problemas y situaciones injustas que no pueden prorrogarse, y dejar de reducir la política a un enfrentamiento maniqueo. La realidad no puede ser circunscripta siempre a la dicotomía oficialismo vs oposición.
Mención a aparte merece la forma en que el Estado abandono su rol de mediador en la negociación de La Bancaria. Por un lado el Ministerio de Trabajo dice que no va a poner techos, pero por el otro le niega la homologación a un convenio acordado con las patronales, para intentar “disciplinar” al resto de los sindicatos. Callar estos temas sería faltar a nuestra responsabilidad en el marco en que muchas organizaciones ya comenzaron a negociar.
Somos argentinos preocupados por el acontecer nacional y particularmente por las condiciones de vida de la clase trabajadora. Por eso somos la columna vertebral del peronismo. La exclusión del Movimiento Obrero en el diseño de esas políticas le niega a la acción pública el carácter nacional y popular, cualquiera sea el discurso que quiera clausurar la historia de las luchas populares. Porque las conquistas se pierden si no hay lucha. El general Juan Perón recordaba a Plutarco, quién dijo: “Yo no necesito amigos que cambien cuando yo lo hago y digan que sí a todo lo que digo… mi sombra lo hace mejor”. Convocamos a todos a dejar de secundar la sombra.
Exigimos y nos comprometemos a luchar por una pronta solución al panorama inquietante que surge del incumplimiento de nuestra agenda sindical; de la erosión inflacionaria; de los problemas de empleo; del estancamiento y la caída de la actividad industrial; de la ausencia de inversiones productivas y de la inconsistencia de la política de redistribución de ingresos, incluida en ella la cuestión impositiva. Porque si a la suba de precios le sumamos la caída de la actividad no sólo se posterga la discusión sobre la integralidad del modelo fiscal, sino que nos obliga a pensar que esa reforma impositiva se da de hecho cuando ésta aumenta sobre salarios y no sobre rentabilidades. El silencio siempre es cómplice y sin dar respuesta a estos temas inquietantes no será posible avanzar en un plan estratégico.
Hay muchos avances logrados. Para defenderlos es requisito indispensable transitar el camino de la unidad nacional, despertando coincidencias, superando la fragmentación social y haciéndonos dueños de un destino común. El gobierno tiene los instrumentos necesarios para corregir y hacer efectivas estas demandas. Si no lo hace es porque está encapsulado en un pensamiento generador de medidas que solo pueden hacer más fuerte el Status Quo, contrario a la realización de un proyecto de Nación Justa, Libre y Soberana. Porque aunque el relato no lo diga, la concentración y extranjerización de nuestra economía hacen necesario un movimiento que contenga las diferencias dentro del pueblo, para permitir modificar la realidad.
Estos asuntos pendientes impactan en la vida de la familia argentina, en el interior profundo, en las economías regionales, en la creación de empleo, en los casi cinco millones de compatriotas que no tienen ningún derecho social y se encuentran presos de la economía informal tras ocho años de crecimiento.
La discusión abierta, generosa y honesta propuesta por la agenda de la CGT es un elemento insustituible de la práctica política. Su creciente lugar en las preocupaciones de los hogares y las fábricas nos indica que nos encontramos en el camino correcto. El ostracismo al que fue condenado el proyecto de participación en las ganancias de los trabajadores es su contracara. En el momento que la voz del Movimiento Obrero deja de ser considerada, lo nacional y popular deja de ser tal y queda trunco.
Al comienzo de este nuevo año llamamos la atención sobre los problemas que no suceden en nuestra Argentina. Y que son responsabilidad y derecho de todos, para poder participar en el diagnóstico y en las propuestas de soluciones efectivas. No es razonable seguir empezando años recordando viejos problemas”.
Buenos Aires, 02 de febrero de 2013
CONSEJO DIRECTIVO