10.12.2024 | Nacionales | RÉGIMEN DE INCENTIVOS PARA GRANDES INVERSIONES
El RIGI como maquinaria de despojo: expulsiones y la erosión de la soberanía en la globalización contemporánea
“El RIGI se erige como un ejemplo paradigmático del neoliberalismo contemporáneo y su capacidad de mercantilizar no solo los recursos naturales, sino también las estructuras legales y políticas de los Estados”, Lic. Diego Encinas.
El Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), desde la perspectiva de Saskia Sassen en "Ciudades en la economía global: enfoques teóricos y metodológicos", y en "Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global", se inscribe de manera decisiva en las dinámicas del capitalismo globalizado, en las cuales las estructuras nacionales se ven subordinadas a las lógicas del capital transnacional.
El RIGI, contemplado en la Ley Nacional N° 27.742, Título VII, otorga beneficios fiscales a las grandes empresas, tanto nacionales como extranjeras, que realizan inversiones superiores a los 200 millones de dólares en el país. Las disposiciones de esta Ley incluyen exenciones impositivas, eliminación de derechos de exportación y la garantía de estabilidad fiscal y aduanera por un período de 30 años. Asimismo, permite la remisión irrestricta de ganancias al exterior y exime a las corporaciones de la obligación de recurrir a proveedores locales o de añadir valor a sus productos dentro del territorio nacional. Por lo tanto este régimen, diseñado para privilegiar los intereses de grandes corporaciones mediante la implementación de exenciones tributarias, flexibilización cambiaria y garantías de estabilidad jurídica, configura un modelo económico que prioriza la acumulación de capital a expensas de los derechos sociales, la soberanía nacional y la conservación de los recursos estratégicos y naturales.
Sassen, en su análisis de las ciudades globales y de los flujos económicos transnacionales, pone énfasis en cómo las políticas neoliberales desarticulan las capacidades estatales para actuar en beneficio de las mayorías sociales, convirtiendo los territorios en plataformas funcionales para la acumulación de capital global. En este contexto, el RIGI refuerza la inserción periférica de Argentina en la economía mundial, consolidando un modelo extractivista y dependiente que facilita la apropiación de las riquezas nacionales por parte de actores transnacionales. Este régimen no solo exacerba las desigualdades estructurales entre las comunidades locales y los actores globales, sino que también transforma las políticas públicas en mecanismos al servicio de la reproducción del capital global, lo que Sassen denomina la "privatización de funciones estatales".
El impacto del RIGI se entrelaza con la lógica de las expulsiones descrita por Sassen, un concepto que evidencia cómo las dinámicas del capitalismo avanzado generan nuevas formas de exclusión y desposesión, afectando tanto a los pueblos como a los ecosistemas. Las garantías otorgadas a los inversores en el marco del RIGI significan, en términos concretos, una transferencia de los costos de la inversión hacia las comunidades locales y el medio ambiente. Esto se traduce en la destrucción de territorios, la contaminación de los recursos naturales y la pérdida de soberanía sobre bienes comunes estratégicos, procesos que expulsan a las poblaciones de sus medios de vida y derechos territoriales.
En este sentido, el RIGI se erige como un ejemplo paradigmático del neoliberalismo contemporáneo y su capacidad de mercantilizar no solo los recursos naturales, sino también las estructuras legales y políticas de los Estados. Al ofrecer condiciones excepcionales a las grandes inversiones, este régimen distorsiona el contrato social, profundizando la concentración de la riqueza y debilitando los marcos democráticos. Este proceso, que Sassen caracteriza como el despojo de derechos y el vaciamiento institucional, no solo vulnera los principios de justicia social, sino que refuerza un modelo económico que privilegia a una élite global en detrimento de las mayorías y de la integridad de los territorios nacionales.
La crítica a este modelo requiere un cuestionamiento profundo sobre la naturaleza del neoliberalismo como sistema ético-político. El RIGI, al enmarcarse dentro de la lógica de la acumulación ilimitada de capital, desvincula la acción económica de cualquier consideración ética o ecológica. Bajo esta perspectiva, el régimen no solo representa un mecanismo de despojo material, sino también simbólico: despojo de la capacidad de los pueblos para autodeterminarse, de los ecosistemas para regenerarse y de las generaciones futuras para habitar un mundo justo y sostenible. La defensa de la soberanía nacional sobre los recursos estratégicos y naturales se impone como una necesidad ética y política para resistir esta lógica. En lugar de someterse a las dinámicas del capital transnacional, Argentina debe recuperar su capacidad para gestionar sus recursos en función de un proyecto político que priorice el bienestar colectivo y la justicia social. Este desafío implica rechazar regímenes como el RIGI, que perpetúan la dependencia, y fortalecer las estructuras democráticas que posibiliten una redistribución equitativa de la riqueza y el poder.
En este contexto, Sassen propone reimaginar las funciones estatales y las relaciones territoriales frente a los desafíos impuestos por el capitalismo global. Así, el rechazo al RIGI no se limita a una cuestión económica, sino que constituye una postura ética que demanda repensar los fines últimos de la organización social. La justicia social, entendida como la garantía plena de derechos para todas las personas y comunidades, es incompatible con un modelo que prioriza los beneficios de unos pocos a costa del bienestar colectivo. Asimismo, la protección del medio ambiente debe situarse como un eje central en cualquier proyecto político emancipador.
Desde esta óptica, el RIGI debe ser denunciado como un instrumento de consolidación del capitalismo salvaje que amenaza tanto las condiciones materiales de vida como las bases éticas sobre las que se sustentan las sociedades. Resistir este modelo implica reivindicar la soberanía de las comunidades sobre sus territorios y recursos, al tiempo que se promueve una crítica estructural al sistema económico global que legitima y perpetúa estas dinámicas de despojo.
En definitiva, el desafío reside en trascender las lógicas de explotación que fundamentan al RIGI, proponiendo un modelo alternativo basado en la justicia, la solidaridad y el respeto por la vida en todas sus formas. Esto exige no solo la transformación de las políticas económicas, sino también una renovación ética que reconozca la interdependencia entre los seres humanos y la naturaleza, situando el bienestar colectivo y la soberanía nacional por encima de los intereses individuales.
Fuentes:
• Sassen, S (1998). “Ciudades en la economía global, enfoques teóricos y metodológicos ”. Revista Eure, Volumen XXIV N° 71 Marzo 1998.
• Sassen, S (2015) “Reseña, Expulsiones: brutalidad y complejidad en la economía global”. En: https://revistas.flacsoandes.edu.ec/iconos/article/view/2382/1494.
• HONORABLE CONGRESO DE LA NACIÓN ARGENTINA. (2024, 27 de junio). Ley 27.742, “Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI)”. Título VII, arts. 164-228. Ciudad de Buenos Aires
• Poder Ejecutivo Nacional. (2024, 22 de agosto). Decreto 749/2024, “Apruébase reglamentación del Título VII - Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI)” - Ley Nº 27.742. Ciudad de Buenos Aires.
Autor: Lic. Diego Gabriel Encinas
Fuente: gremialesdelsur.com.ar